Anónimo: Oye, y tú qué?
Yo: Pero hablemos de mi.
Al que me ve grande:
¡si me vieras tan microscópico como la otra mitad del mundo!
Así es, te aseguro que allí soy tímido y me avergüenza hasta subirme la cremallera, de la chaqueta, digo, que la otra... mira, soy más de botones. ¿Y metepatas? Vamos, ni te imaginas, rana asquerosa. A menudo en mi afán de explicar me pierdo en las subordinadas y aparezco como una virgen de goma en medio del jardín. Y no me repliques que tienes cara de cebo vivo. Que sí, que soy un jardinazos y no es que me importe todo un pito, es que me pasa al revés que a ti. Se me hace pequeño el mundo cuando te hablo y soy capaz de demostrarte que si le giras la trompa dos veces a un elefante da marcha atrás como un autodechoque. Luego cuando pienso en ti, lo que significas para mi, en tu mundo, tu tú y tu tururú, me lleno de sangre andaluza y me quedo horas colgado en mi cabeza, que es un museo, delante de ti, Giocondo. Y no te busco fallos, ni uno, eh, que eres una obra de arte y en todo caso soy yo el que no te sé mirar. Cosa que tampoco me quita el sureño. Lo cual no quiere decir que no me importe.
Bueno, y tú te crees que se puede aguantar tanta subordinada y tanta leche, que te tengo dicho que esa es mi cara, que no es que me ponga interesante, que ni yo sé de dónde saco estas cosas, que debe ser de mi parte oscura, o demasiado diáfana, que no puedo evitarlo, que si eso ya aprenderé, que te quiero, si ya lo sabes, como siempre.
Hóstias. Es que me doy cuenta de que podría escribir años sobre esto, que es una basura, aunque también tengo alguna idea ocurrente del tipo "¿porqué la gente se insulta cuando choca en coche y cuando choca en persona se pide disculpas?" sí, hombre sí, que si quieres te escribo cuarenta guiones para el club de la comedia, pero que me da asco, cómo decírtelo, que me aburro de verme así. Y a reirse al circo, te lo tengo dicho, que lo mio es hacer pop por grotesco que te suene. Tú a lo tuyo y deja ya el cuento este, de joder Mr. Rodríguez lo que se pierde el mundo desde que eres autista y vente a los conciertos que no te enteras de nada. Que si no te gusta la música y o si no nos entendemos siempre podemos hablar de Iniesta, y si no te gusta el fútbol, hablamos de lo que tú quieras y la birra la pago yo. ¿Es que te he fallado alguna vez? Sí, claro que no te cojo el teléfono, pero pregúnta por ahí, yo el teléfono no se lo cojo ni Paul McCartney. Y qué si no te vengo a ver. Y además tú siempre has estado a favor de eso, ¿no? Si, hombre aquello de que estamos super informados y super controlados, y que los moviles nos esclavizan y su puta madre. Yo sólo quiero que sepas que no hay para tanto, que mañana sale el Periódico otra vez y que tu madre te volverá a decir que si vas en Navidad. Que no pasa nada, que hay que reirse y que si quieres y un dia no nos ve nadie y el clima es el idoneo...
te haré la Grapadora...
sólo para ti.
Y más que la tristeza de hacerlo a media tarde, me angustiaba ver que cada vez anochecía más pronto. Es la cruz de los optimistas; motorizar la bicicleta, ergonomizar el autobús. Enarbolar banderas harapientas, insignificantes. Deslumbrarse (en el mal sentido) ante lo que muere dicendo: esto vida trae. Proponerse, medirse, tomar el mando, parece un signo zodiacal. Pero es amor a la vida, así de sencillo.
Cascante, Navarra.
Hace años que no voy a San Sebastián. De allí es uno de mis mejores amigos de siempre y allí he pasado ratos inolvidables. Y allí tenía la intención de volver pronto con la chica que me dejó hace poco. Por aquello de los proyectos truncados (¡El sr. Truncoso!), hoy he soñado que estaba allí. Hacía ese frío típico donostiarra. Tenía la sensación de que todo continuaba igual que hace un tiempo. Así son los sueños, si les da la gana se saltan unos meses. estaba allí plantado a punto de cumplir 33 persiguiendo su sombra otra vez. Como también son maravillosamente interpretables he amanecido con la sensación de haberme perdonado el pasado, de estar curado y limpio.
Idea para un cuento: 
Gasté las palabras. Mucha pared en blanco. Poco en francés y mucho en sirio. ¿No se sale de donde no se quiere salir? Transformers. La hóstia ya, coches que hacen llorar. Que dentro de cincuenta años cuando repases tu vida no te gustará decir que no te atreviste. Y dale con las tonterías, mira como viven los demás y yo probándome pantalones de mujer con más tristeza en la sangre, brillando poco... como nunca. Alzando la mirada aún curiosa, pero terriblemente hueca. Bienvenido al mundo del ensayo y del error.
Me acaban de recordar que ayer dije esta frase: "se han ido la chica de perilla y el chico calvo con pelo?". Recordarlo me ha arreglado el día, más que nada por el momento tan tremendo en el que pasó. Era una de esas situaciones que de tan solemnes son intolerables... y aparece el diablillo.
Agosto de 1986. Cubelles.
Lo que alguna vez fue, tú ves. Pero ya no es. Canciones nuevas. A reirse a los circos.
Lo que yo veo no se parece en nada a lo que tú ves. Y eso es lo que nos fascina. Que hacer es pensar de verdad.
Me arde la ilusión. Se consume. Si está más allá me lo dirá, ¿verdad? Porque de algo hay que vivir. Si ya sé, que sale el sol, que un corte de pelo, que lo de ayer y lo de hoy hace el mañana. Pero no es saber lo que quiero, lo que sé es que quiero querer, sé demasiado. Un año menos que yo, usted. Y ya es usted, que tiene guasa. No me entiende, ¿verdad?. Verdad. Bueno y qué. Tendría que haber visto el tio que me llamó el otro día. Ese sí que estaba desesperado, no sé quién era, sólo quería hablar. Lo de escuchar no lo tenía tan claro. Si al menos me hubiera intentado vender algo. Me daba lástima, y me la quedé y se la traigo a usted, qué más le da, si tiene toda la pena del barrio, una más para usted que tiene uno menos. Bueno la quiere o no, porque yo puedo hacer cola todo el día, pero no puedo estar aquí toda la tarde. El día seis le traigo la radiografía, benas tardes doctora Oncins.
En los 60 proliferaron los grupos con nombres de tribu india. Los Cheyenes, Los indios Tabajaras...y también Los Cherokees. Se sabe poco de ellos; que jamás grabaron un disco, que elegían como cantante al más guapo de la banda, que una vez los robaron los instrumentos... y que una vez el bajista, el de las gafas de sol, abandonó su instrumento a media actuación para sacudirle a un tipo que flirteaba con su novia. Se dice que la cosa acabó en batalla campal, que el músico logró eludir una posible venganza y que finalmente se casó con aquella muchacha que tan heroicamente había defendido. Por cierto, mis padres.
