4.6.10

Nunca mejor dicho

Cuando le respondí nunca mejor dicho a la charcutera, ella pensó que la estaba llamando gorda.

El abuelo de Marcel miraba a su alrededor con añoranza. Yo también fui profesor en otra época, cuando aún no se requería titulo. El abuelo de Marcel ignoraba que yo también carecía de título y que había llegado al mundo de la docencia por los extraños vericuetos que lindan con el intrusismo. Yo, que estuve destinado a ser heredero de una imprenta, ahora me encontraba reunido con los padres del alumnado. Reunión de padres. Reunión de abuelo, en este caso. Mire usted, yo creo que lo que cuenta es la vocación más que su legalidad, ¿no cree? Yo siempre explico las cosas así, dando demasiadas vueltas, como incapaz de conformarme hasta dar con las palabras adecuadas. El abuelo de Marcel, en cambio, exhibió gran capacidad de síntesis hay cada burro haciendo de profesor... Me miraba con la complacencia de la eminencia, ligeramente apoyado en su cadera, con severa pero limpia actitud, como si ya supiera lo que tenía que explicarle. Me sentí en paz.

Con la madre de Pau fue distinto. Ella se movía nerviosamente y miraba a mis ojos casi pidiendo socorro mientras veía a sus tres hijos moverse como gallinas dementes a través del cristal. Y el inglés es muy importante, sin ir más lejos ayer en la charcutería me vino una señora hablándome en inglés, y eso, me digo yo es porque el inglés es muy importante... que yo lo he vivido en mis carnes.