6.8.07

eso verde

Me despierto hace apenas tres minutos. Explico mi sueño. Rápido, que se va.

Estoy en el cine con amigos. Es el presente pero la sensación es de niño. Un poco más, adolescente. Feliz. Mi butaca está apartada de las demás filas, a la derecha, ligeramente inclinada para no perder ángulo de visión de la pantalla.. Con mis amigos ¿quiénes son? nos lanzamos miradas cómplices todo el tiempo porque un hombre de mediana edad y su pareja, una joven negra enjoyada cacarean durante toda la película. No nos molesta demasiado a pesar de que el volumen de la película es muy bajo, La película es un drama costumbrista en la que sale Donovan Leitch en una pradera tocando la guitarra mientras otro actor le observa sonriendo a cierta distancia, de pie. Más por travesura que por otra cosa, hago una bola de papel con el ticket de la entrada y le doy en la cabeza a la cotorra negra, me giro hacia la pantalla, reprimo la carcajada, mis amigos lo mismo. Todos disimulamos. Estamos protegidos.
Cuando me doy cuenta tengo delante a unos responsables de la sala delante de mi. Y a la pareja intentando agredirme. Me da mucha risa, pero disimulo como un campeón y les hechan a ellos. El cine aprovecha para darnos un descanso de cinco minutos.

Por alguna razón regresamos a la proyección en un patin gigante que yo conduzco. Me detengo ante la taquilla. Disculpe, señorita, durante el descanso he perdido mi entrada, ¿puedo volver a entrar? La taquilera sonríe. Pero hombre, ¿no recuerdas que te hemos marcado el pulgar con tinta verde? Lo miro. Es verdad, está verde. Al principio no, pero para cuando hemos bajado las escaleras ya conduzco regular el patín. Todos se rien de mi dulcemente. Me quieren.
El cine es descubierto. Para acceder a él hay que llegar nadando por un lago verdísimo que da al patio de butacas. La tarde cae, nos bañamos sin hacer ruido, armónicamente, como sirenas. Desde lejos se ve en la pantalla un hermoso paisaje, acorde con el ¿real?...

Me despierto a 6 de agosto, tengo trenta y tres años. Levanto la persiana. ¡Llueve! Un amigo me llama, está en el tren, llegará hoy dentro de tres o cuatro horas. Ha estado en el Pais Vasco y se lo ha pasado como los leones. Pienso en Donovan, el cantante que tanto me gustaba antes de conocer a otros como Adam Green o Gilbert O'Sullivan. Creo que jamás hizo una película. Recuerdo su música, maravillosa. Soy extrañamente yo. Siento paz, me miro la mano, un reflejo engañoso de la tarde y la luz de la sala hace parecer por un momento que mi dedo pulgar es verde.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hay que haber bebido mucha cocacola (u otra cosa indeterminada) antes de irse a dormir para tener ese sueño. No, perdón, no quería decir eso. Para tener ese sueño no hace falta tener un estado mental psicotrópico excepcional. Pero para recordarlo... ufff. Para recordarlo con este lujo de detalles... para eso hay que, al menos, haber visto Aquí hay tomate durante una semana seguida sin pestañear.