3.2.11

Negativos

Solíamos acudir a aquel antro muy a menudo. Y aunque era demasiado todo, demasiado oscuro, demasiado frío, demasiado humo... era nuestro bar. Y allí estábamos otra vez los dos en una de esas tardes residuales que no sirven para nada más que para recordar o proyectar algo. Algo no demasiado pesado, porque estábamos cansados del día de trabajo y del cansancio en general. Y charlando acerca de todo, por decir de nada de otro modo, llegamos a la conclusión de que ya le habíamos vito antes.
Era un cincuentón circunspecto y con muchas y atractivas arrugas que parecían de cartón, sí era él. Registrando nuestros recuerdos, dímonos cuenta de que siempre había estado allí. Intentamos recordar un solo día en que aquel tipo no se encontrara sentado en aquel taburete y nos fue imposible. Era parte del bar, aunque habíamos tardado años en apreciarlo. De modo que optamos por preguntarle al camarero, nuestro camarero de siempre:
-Y aquel tipo del fondo, ¿siempre está en el bar? No recordamos un sólo día que no estuviera allí sentado.
Nuestro camarero distrajo su mirada del vaso que estaba secando y dirigió sus ojos hacia el extraño. Y llevándose el trapo al hombro nos confesó: -Es curioso... él me acaba de preguntar lo mismo sobre vosotros...