La vuelta desde Guardiola de Berguedà a Barcelona dura una hora y media. Hace treinta años que sueño con ese trayecto, siempre de vuelta. Y siempre llego tarde. Siempre igual. Aunque hay variables: en el de esta noche yo acompañaba a dos viejos. Presumiblemente uno era una mezcla de mi abuelo con una señora y el otro no sé muy bien quién, pero me importaba un comino aunque había que estar por él que no podía ni caminar. Llegábamos tarde, por suspuesto, pero en un giro dramático de los acontecimientos hacíamos una parada para caminar por el río. Nos bajábamos del coche y sí, literalmente, por el río. Con zapatos y dentro del río.
No sé que significan estos regresos de Guardiola, pero a lo largo de los años voy sumando conclusiones. La más reciente es esta: Estoy como una regadera: ¿una mezcla de mi abuelo con una señora?
1 comentario:
Estupendo.
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