2.10.08

al Conde de Lecram

Ha miles de lunas que vueso rastro el viento ha ido borrando. Mas de viento y tiempo la vida es caso y saber sabía que estas castillas iban a lindar de nuevo. Cual ferido en batalla que ignora acaso a dónde sus iguales quedaron, cicatrices después hasta bellas ya, hállome papiro en blanco, de ganso la pluma, lodo en la tinta, apontonando dos épocas.
Significar ese blanco en vuesa pródiga memoria es imposible sin semanas de taberna para explicarlo. Valga pues, y no falto a la verdad, que, canviad las caras, los nombres, las tierras, las risas, los llantos. Que todo sigue como estaba.
Pues ni los lustros hienden en mi melancolía.

Vueso turno, mi conde.
S.S.

1 comentario:

Lecram dijo...

No con poca dificultad logro asir este papiro que frente a mis complacidos ojos se despliega. ¡Pardiez! No sólo mi llamada surtió el ansiado efecto (despertar vuesa memoria), sino que vuesa gallardía y buen hacer mostráronse, otórgandome la inmerecida recompensa de regalarme, en nuestra renovada comunicación, una página de vuestra sinpar singladura en este nuevo mundo cuyos caminos aún atesoran el poder de sorprendernos. Mi estima por vos y vuesa inspiración literaria, crecida al abrigo de mi admiración, no me deja otra salida que confesar ante vos, henchido de orgullo y honra. Sí, mi eterno compañero de fatigas intelectuales y epistolares, hállanse entre mis joyas de mayor valía todas y cada una de las misivas que recogieron rimas y estrofas de vuesa cosecha en el lejano pasado. Y en tiempos de sordidez musiquera y artística en mi andadura, vueso presente, escrito con luces y modernas plumas de un ganso arrancadas, hace las veces de un brisa renovadora, abriendo mi paso a lo largo del camino que afronto.

Permítome ofreceros, confiado inmodestamente en vuestro interés, la ensoñada narración de cuantos lances hubieron lugar para que tan singulares hazañas dejaran de ser motivo de nuevas y vibrantes epístolas.

Dio en ocultarse el astro rey tras oblicuas laderas, para luego asomar, confundiendo la noche con el día e inspirando a incontables poetas. Tanto quiso repetirse el escenario que se sumaron varios años cristianos, sin que papiro alguno acogiera el florido verbo de las misivas de antaño, para trasladar las nuevas a un lado y otro de nuestros cielos. Mas ello no era óbice para que afloraran los mismos pensamientos e identicos y fraternales sentimientos. Siendo así que el esfuerzo que requirieron hasta entonces desconocidas batallas cubrió con polvoriento olvido las hondas huellas, tardó el insigne recuerdo en manifestarse. Mas al fin lo hizo, sin otro impulso que el muy natural que llena de aire los pulmones. Y tras inquirir en cuantas posadas y tavernas tenían vueso rastro entre sus paredes y sobre sus púlpitos, se alzó impertérrita vuesa aventura de mayor enjudia que mis oídos hayan conocido.

A mi renacido Conde Sol: que el azar y el destino digan cuanto ocultan, y las mañanas traigan nuevas jornadas sin descanso, hasta el fin de los días. Y en medio, las aventuras discurran y guíen vuestra mano. Ansío vuesa réplica.