Sé más comprensivo.
Coño, pues sé tú más comprensible.
Este es el principio de mi último -y genial- descubrimiento: La cadena de la comprensión.
Esta cadena es finita y posee millones de variables excepto cuando se practica el citado principio. Entonces no se puede hacer nada, la fórmula se repite, incombustible, hasta el paroxismo dando lugar a curiosos fenómenos. Por ejemplo que los implicados en la discusión vayan creyéndose más su propio argumento a medida que el prójimo insiste más en el suyo. Y sin imposturas, se lo creen de verdad. En cierto momento la cadena vuelve a empezar y a aburrir. En ese punto no se puede evitar pensar cosas como ay de mi, saco golpeado del destino, la vida se escapa. etc.
Luego el uno cede. Y, ojo, enseguida al otro le parece que se ha pasado y lo comunica.
Es verdad que nos enriquece y nos cuece la perspectiva del otro, y también es cierto que lo que da más placer es que a uno le den la razón. Pero quiero decir que la cadena de la comprensión vista como fórmula nos facilita mucho la relativización del artificio. En realidad el invento es muy curioso, pero tenemos mejores cosas que hacer.
Chain of undestanding, parece una canción de Otis Redding.